La reconciliación lleva bastante tiempo en el tapete. Paradójicamente,
quienes más hablan de este tema suelen ser los defensores de la dictadura, de
la misma que nos dividió, que nos apedreó, que nos expropió, apresó, y hasta
asesinó. Defensores del mismo sistema, vaya ironía, que desde sus tribunas
nunca tuvo un discurso conciliador mientras gritaban que se vayan, que no los
toleraremos, que son gusanos, y a los que osaban levantar desde adentro su voz
en contra, no ha parado de tildarlos de mercenarios, apátridas y traidores. Hoy
por hoy no hay un solo miembro de la disidencia, por solo poner un ejemplo, que
no sea considerado mercenario por el régimen mientras hablan de reconciliación
¿con quién entonces?.
Si un marido, después que su mujer le pegó los tarros y le pidió
disculpas de rodillas, decide volver con ella con la certeza de que esta no lo repetirá,
el marido está perdonando, se está reconciliando, pero si un marido sigue con
su mujer mientras esta le pega los tarros y él lo sabe, no está perdonando
nada, está aguantando. Es un absurdo, de tan absurdo se convierte en algo a no
tomar en serio esta cosa del perdón y la reconciliación. Por eso no entiendo por
qué de este lado del charco la gente se pone tan molesta con este tema cuando
alguien le habla de ello, cuando lo único que merece el tópico es un portazo y
un “bah, no hables más mierda chico”.
Y es que es estúpido pensar que uno puede reconciliarse con
el tipo que te sigue dando hasta con el palo de la escoba…. y perdonarlo menos.
Eso es aguantar, no perdonar, eso es poner la otra nalga, no reconciliarse.
Espérate ¿y el paredón a que venía en el titulo? Muy
sencillo, que yo creo que la única manera que tengo de perdonar a quienes tanto
dolor han causado en Cuba, a mi familia y a todos en general, es verlos frente
a un paredón. Por suerte ¿o por desgracia? no creo que me seleccionen al azar
para ser jurado, porque aunque como a Al Capone los juzguen por una tibia evasión
de impuestos, a Fidel, a Raul, a Ramiro y otros nombres connotados de la mafia
cubana, yo les pediría levantando la mano desesperadamente en la reunión después
del juicio, a riesgo de que los otros me tilden de orate, paredón.